lunes, 1 de noviembre de 2010
Las manos
Por obvio, se me olvidó la ventaja fundamental de los portabebés: te deja las manos libres.
Todos los que somos padres conocemos esa sensación. El bebé no se aguanta ni él mismo. Motivos: varios. Explicaciones: una por cada adulto que esté presente. Consecuencias: hay que coger al bebé en cuello porque es la única forma de que se relaje y deje de llorar. Efectos colaterales: todo lo que tenías que hacer queda en suspenso, generándote el stress de querer y no poder, que es muy malo.
Nuestra receta: te pones al bebé en cualquier sistema de porteo, el que más te guste o el que mejor se ajuste a las necesidades (edad del niño, época del año, tiempo que lo vas a llevar puesto, etc.) y... listo. Ahora tienes las manos libres, ya puedes hacer todo lo que tenías que hacer (salvo ducharte...) y no podías.
Y mientras tanto, lo más probable es que el bebé se quede frito, a gusto, protegido cerca del calor de su padre/madre, sintiendo su voz, su respiración, su olor, su corazón... no se me ocurre un sitio mejor para estar. Sobre todo cuando tienes las encías palpitando, a punto de reventar y sientes que tú culo está en llamas.
Las mejores soluciones son, casi siempre, las más sencillas y esta, es de las fáciles. No dejéis de probarlo.
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